lunes, 28 de diciembre de 2009

El árbol de los deseos

Un día un aldeano mientras caminaba por el campo soñando en su futuro, se detuvo para descansar al pie de un árbol y pensó: me gustaría ser rico.
Al volver a casa, se quedó atónito al descubrir una mansión alzándose en el lugar donde antes había su cabaña y al entrar en ella encontró toda clase de tesoros. Enseguida supo que se habrá topado con el árbol de los deseos. El joven no contó a nadie cómo había adquirido su fortuna. Se fue del pueblo aquella misma noche y nunca más volvieron a verle.
Pero un año más tarde, volvió con un hacha y empezó a golpear el árbol al tiempo que lo maldecía gritando: Nunca me dijiste que los demás me envidiarían por mi dinero y ahora soy muy desgraciado. No confío en nadie, y no puedo saber si le gusto a alguien de verdad o si sólo persiguen mi dinero. Estoy angustiado día y noche al pensar que puedo perder toda mi fortuna porque no sé cómo administrarla.
Intentó derribar el árbol a hachazos hasta quedar exhausto, pero el árbol siguió en pie como si nada.
Varios años más tarde, un día, una joven del pueblo que paseaba por el bosque se sentó al pie del árbol de los deseos a descansar y mientras estaba ahí pensó: “Me gustaría ser famosa. Sería maravilloso ser la mujer más popular del mundo”.
Al volver a casa descubrió que su hogar estaba plagado de cámaras de televisión y de periodistas. Alrededor también se habían congregado una enorme multitud y en cuanto la divisaron un montón de fans se pusieron a acosarla chillando. La joven, quedándose sin aliento por la sorpresa, consiguió abrirse paso y se refugió en su casa. Al día siguiente, al salir, descubrió que las cámaras y los periodistas seguían postrados frente a su hogar. Les saludo y se fue. Nunca más supieron de ella en el pueblo.
Pero un año más tarde volvió a escondidas al lugar donde estaba el árbol de los deseos y empuñando un hacha se puso a asestarle golpes maldiciéndolo mientras gritaba: “No me dijiste que nadie me dejaría en paz. Ahora no puedo ir a ninguna parte sin que todo el mundo me mire, me pidan ayuda. Soy muy desdichada”.
Intento derribarlo a hachazos hasta quedar exhausta, pero el árbol siguió en pie como sin nada.
Al cabo de varios años, un día una joven que estaba esperando un bebe salió a pasear por el bosque y se detuvo a descansar al pie del árbol, soñando en las alegrías de la maternidad. Lo único que deseo en este mundo es que mi bebé y mi esposo me amen, pensó. Me gustaría que me amaran siempre.
Al volver a casa su esposo la recibió con un montón de abrazos y besos. Al cabo de dos semanas nació su bebe y en cuanto abrió los ojitos miro a su mamá con una expresión de adoración.
Aquella madre tardó más tiempo que las demás en regresar al bosque. Tardó 5 años, pero volvió cubierta de harapos, estaba furiosa, y se puso a dar hachazos al árbol y maldiciéndolo y gritando: mi esposo me ama tanto que no soporta alejarse de mí ni siquiera para ir a trabajar. Ahora no tenemos dinero. MI hijo pequeño se echa a llorar desconsoladamente en cuanto me pierde de vista. Aunque los dos me amen profundamente, no gozo ni de un minuto de paz. Soy la mujer más infeliz del mundo.
Intentó como los demás, derribar el árbol pero el árbol siguió en pie como si nada.
¿Sabes en que se equivocaron?
En que todos desearon algo externo y eso fue lo que el árbol les concedió.
Cada uno de ellos se había forjado una imagen de ser rico, famoso y amado, pero esas imágenes no son verdaderos deseos.
Tu deseo ha de surgir del interior, entonces es cuando dispondrás de la sabiduría más elevada.
Tomado del Libro: “Fuego en el corazón – una guía espiritual” por Deepak Chopra

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